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Inéditos

No te amo porque

eres perfecta,

sino que eres perfecta

porque te amo.

No te quiero porque

ya te conozco,

sino que te conozco

porque te quiero.

Tú no me quieras

sin bien conocerme,

sino quiéreme luego,

cuando me sepas...

(En el Cuaderno D, de sus poemas escritos en la Facultad de Medicina, 1926)

AAA las mujeres de Genaro recortada.jpg

Pedro Sánchez García-Esteban, Pedro de Valencia, Valencia1902 - 1971), Sin título (Dos mujeres), 1943.

Pilar

En su casa le alojaron

los que bien le comprendieron,

los que siempre le quisieron

y en su lira le alegraron.

A la guerra se marcharon

ofreciéndole su hogar,

sin siquiera sospechar

que, en su ausencia, llegaría

quien, resentido, daría

razones con qué engañar...

Toda su gloria se mece

bajo la tarde andaluza,

mientras su vida se cruza

con quien vida no merece.

¿De qué celos se estremece

quien a llevárselo llega?

Todo el paisaje se anega

de acusación, sin saber

cuándo y cómo ha de tener

el alma en paz quien le entrega.

-Será tan solo un momento...-

le dijeron. Comprendió.

La sangre le palpitó

de negro presentimiento.

Lejano silbaba el viento

su nevada sinfonía.

El sol de agosto caía

cuando él, en su triste andanza,

oyó una voz de esperanza;

-¡Di que eres sólo poesía!...

....................................

Era la voz de la Historia

clamando en la madrugada

contra una voz despechada

y envidiosa de su gloria.

¡Adiós la risa y la euforia

de sus frases y sus manos!

 

¡Adiós los días cercanos

de neoyorkinos poemas...!

¡Adiós los antiguos temas

de sus romances gitanos...!

Y luego, de noche ya,

larga espera, breve fin...

"Cuando las estrellas clavan

rejones al agua gris,

cuando los erales sueñan

verónicas de alhelí...",

voces de muerte, las suyas,

ruedan por el Albaicín...

Al pie, siempre silencioso,

de la Torre de Comares,

gentes payas y del bronce

levantan sus ayes-ayes...

-¡Si no "se metía" en nada...!

-¡Si era alegre como un niño...!

-¡No dejéis que se lo lleven;

mirad que ya sus amigos

vuelven del frente a por él

sabiendo que está en peligro...!

La cuna en Fuente Vaqueros

crujió de hierros antiguos

con un lamento de nanas

llamando a su Federico...

Y aquel canto popular

que él escuchó desde chico

y, por su gracia, cruzó

fronteras con nuevos giros,

se oyó, liviano, entre primas

y bordones sorprendidos;

       (Voz, como lejana, cantando)

 

"Hacia Roma caminan los peregrinos

a que los case el Papa, mamita,

porque son primos, niña bonita,

porque son primos, niña..."

....... Continúa en la columna de la derecha...

Llanto por lo irremediable

-Homenaje a Federico García Lorca-

(Aunque el poema estaba prohibido por el Delegado Nacional de Propaganda, con fecha de 19 de enero de 1945, el autor lo estrenó en el Teatro Cervantes  de  Granada en 1949)

Federico niño.jfif

Federico García Lorca, 1914, foto anónima hallada en la Universidad de Granada en 2007, proveniente de una ficha de estudiante.

Federico Garcia Lorca Fotografía_anónima.jpg

Federico García Lorca, 1932, fotografía anónima

En la rayas de su mano

lloraba la profecía.

Lo esperaba. Lo sabía.

Fatalidad. Todo en vano.

Como el Camborio gitano,

el medallón de marfil

moreno de su perfil

cayó sangrando en el barro...

¡Qué lágrimas las del Darro!

¡Qué gritos por el Genil...!

¿Por qué no dices quién eres?

¿Por qué no lanzas al viento

la flor de tu pensamiento

si callándolo te mueres...?

¿Por qué, Federico, quieres

despedirte sin hablar,

cuando te pueden salvar

bajo el cielo que te mira

los romances de tu lira

que a todos hacen soñar...?

¡Ay, palabra lastimera!

¡Ay, voz de remordimiento,

como un crespón de mal viento

clavado en la alta bandera!

¡Ay, qué esperanza por fuera,

cuando por dentro, cegada,

no alienta la iluminada

posibilidad de hallarlo...!

¡Ay, el llegar a salvarlo

y no poder hacer nada...!

¿Envidia, celos, locura...?

 

La mala sombra le acecha...

Por la "izquierda" y la "derecha"...

(¡si él era todo de altura!)

le cavan la sepultura

perdiéndole aun sin querer...

Tan sólo, al amanecer,

cinco rosas galopando

llegan a Granada cuando

¡ya es tarde!, ¡todo fue ayer!

¿No hay himno que te levante

ni poder de mano abierta

que empuje la negra puerta

que guarda tu voz fragante...?

¿Qué grito desconcertante

puede volverte a la vida...?

¿Qué magia desconocida

de albahaca, luna y canela,

engañar la centinela

de tu sangre ya perdida...?

Y de tanto pensar que estaba muerto

nadie por las Españas descansaba,

Los Arcángeles suyos por el huerto

de sus versos plañían. Una aldaba

sonó en la clara noche granadina.

Se abrió la puerta de la Alhambra. Entraba

-capa de rosas, mirto en la esclavina,

jazmines en las manos y laurel

en las sienes-, el hombre. La divina

cantata de las rimas del doncel

sonaba por los verdes arrayanes...

-¿Eres tú, Federico...?

                                  -Sí....

                                         ¡Era él...!

Salieron a su encuentro capitanes

de turbante celeste, alba chilaba

y cimitarras vivas de alcoranes...

La luna, por Guadix, se desmayaba...

-No es a vosotros a quien busco –dijo.

Y volvió río abajo... Ya clareaba...

 Albor de media luna y crucifijo...

.......................................

A la vera de la blanca

Cartuja me lo encontré.

Era transparente como

bruma del amanecer.

Doce tribus canasteras

le salieron al camino.

Él le decía su espanto,

con los ojos, ¡sin un grito!...

¡Qué bulería de manos!

Quietos, de plomo, los pies.

Ellas gemían: ¡Ay! ¡Ay!

Ellos: ¿Por qué...? ¿Por qué...?

Hondo temblor de guitarras.

Son de palmas sin olé.

Por la puerta del Hospicio

¡qué zambra de niebla y hiel...!

A la vera de la blanca

Cartuja me lo encontré.

Ellas gemían: ¡Ay! ¡Ay!

Ellos: ¿Por qué...? ¿Por qué...?

....... Continúa en la columna de la derecha...

Federico Garcia Lorca foto 1926.jpg

De izquierda a derecha, Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán en Madrid en 1926.

Federico Última_foto_conocida_de_Federico_García_Lorca,_con_Manuela_Arniches_en_la_terraza

Federico García Lorca en la terraza del Café Chiki-Kutz, Paseo de Recoletos 29, Madrid, julio de 1936. 

Y bajaron

desde las Cuevas

-Sacromonte en ascuas -

las gitanas viejas...

Unas se volvieron locas...

Otras se quedaron muertas...

Mocitos de veinte mayos

-con el geranio en la oreja -

de guitarras y gargantas

hicieron saltar las cuerdas...

¡Qué pena fría de algibes

por los cármenes resuena...!

¡Qué pasmo por las barandas

de Thamar, la hermana hembra...!

 Baja Soledad Montoya

-al viento la cabellera-...

-¿Dónde, dónde, dónde, dónde...?

¡Nadie le daba respuesta!

Rosa la de los Camborios

y Marianita Pineda

y Bernarda Alba y Preciosa

y Doña Rosita y Yerma;

-¿Dónde?, ¿dónde...? - iban gritando,

casi sin voz, por la vega...

Tras las huellas del Amargo

y Antonio Torres Heredia

y Amnón y el Novio de Bodas

-sueños de él, sombras sin venas-,

clamaban -río sin cauce-,

¡todos, todos los poetas...!

-¿Dónde, dónde, dónde, dónde...?

¡preguntando a las estrellas!

Llega la Virgen clavada

por siete aceros de pena;

-¡Ay, Federico García!

¿Me buscabas; lloras; rezas...?

Me llamo Angustias y estoy

por tus angustias en vela...

¡Santísimo Sacramento,

quien te canta no te niega...!

¡Se abrieron de par en par,

sobre las nubes las puertas...!

Los que disparaban

cerraron los ojos

por no recordarte

cruzado de plomo.

Los que te enterraron

lloraban sin lágrimas.

Hay duelos que secan

las fuentes más claras...

Todos los amigos

de un lado y del otro

te buscan sin tregua

por sendas y arroyos...

¿Será en esa mata?

¿Será en esta flor?

¿Dónde, Federico,

dónde...? ¡Qué se yo...!

Y dicen que hacia la Sierra,

por Viznar, hay tres olivos,

a cuya sombra, cautivos,

tus huesos lamen la tierra.

Tumba confusa que encierra

tu rima ya sin acento.

Del Mulhacén baja el viento

con su coránica sura

llevando a tu sepultura

su conmovido lamento...

Allá en Viznar... Enterrado

lejos de la torre mora,

la Vela, que hora tras hora

te llama en su bronce alado...

¿Qué ruiseñor libertado

trina en la rama enlutada?

¿Qué elegía trastornada

podrá cantar en tu nombre...?

¡Qué hombre, por ti, si es hombre,

no te llorará en Granada...?

Desde el Levante mío -violento, incandescente,

rumoroso de acequias- yo te digo, Gerardo,

que tu Norte lluvioso siempre tuvo en mi verso

los ecos lejanísimos de su gran caracola...

Que no estamos, ni mucho menos, tan divorciados;

que aunque de "sorolladas" me cieguen los romances,

no detesto tu claro "menendez-pelayismo"...

No en balde el Ebro muere devorado en mi mar,

pero nos trae, radiante, la canción de Reinosa,

Y así, el Mediterráneo se nutre de tus nieblas

con gula de latino, harto ya de olivares...

Yo he visto un arco iris, tendido sobre Iberia,

de tu mundo de vacas lecheras y bisontes

al mío enfebrecido de naranjas y arroz...

Yo envidio en ti esa exacta, colombófila, rima

con que siempre retornas al palomar antiguo

del soneto sin mancha y la octava impecable,

después de "versolar" por el lar de los ismos,

con gozo de liberto, alto el plectro sin ley...

Y le tiendo a tu musa mi capote de brega

por ver si, a la verónica, ciñéndome a tu música,

se prende en mis caireles tu ritmo magistral...

Que no en vano tú sabes lo que es una Giralda,

aunque desde el Cantábrico no se oigan soleares

y en Puerto Chico ignoren a los "Gómez Ortega".

Gallear con el verso es una de tus gracias,

aunque en la seguidilla te rebrinque Laredo...

como a mí las vocales se me abren sin querer,

dando a mi castellano lemosines regustos.

Piragüista, Gerardo, quebrando al viento Sur,

en esa gran regata de los versos taurinos,

de la que tú te llevas el banderín más puro.

Yo quisiera contigo burlar al alimón

a ese toro que acecha, berrendo en octosílabos,

desde el Pino Montano dos veces enlutado,

gimiendo por Ignacio, con duelo aún por José...

 

Y te ofrezco en mis sueños de soldado de Hipócrates,

con ondas negativas, mi electrocardiograma,

como si me naciera una angina de pecho

de tanto intoxicarme de alamares y arenas...

Y, alegre, te saludo, revestido de blanco,

desde el azul quirófano de mi oficio legítimo,

donde estoy eligiendo los claros bisturíes

con que abrir al costado de todos los poetas

esa precisa herida de que tantos carecen,

donde, dolida en sangre, debe hundirse la pluma

para que el verso tenga latido de varón...

Y te tiendo mi mano también desde esa tierra

que fue diez años mía y no hay quien me la arranque,

tierra de media luna con estandarte verde,

cuajada de chilabas, minaretes y suras,

ultrasur andaluz donde los guembris cantan

con dejos marroquíes las alhambras perdidas...

Mi mano desde el África, donde en mi casa, en Tánger

-marinos ventanales frente a Cádiz abiertos-,

conviven, sin recelos, Talmud, Biblia y Corán...

.......................................................

Te vuelvo a repetir que no estamos distantes.

Aunque allá en Altamira no hayan visto palmeras,

España y Dios nos unen bajo los mismos soles.

Y en un mundo en que todo llora desintegrado

ríe el átomo intacto de nuestro verso en flor...

                                                                                  

                                                                    Valencia, 1952

*Gerardo Diego Cendoya (Santander, 1896 – Madrid, 1987). Poeta y académico. De la Generación poética del 27. Premio Cervantes 1979.

* Los Gómez Ortega son los toreros Rafael “El Gallo” y “Joselito”.

*Pino Montano era la finca del torero Ignacio Sánchez Mejías, muerto por un toro, como su cuñado “Joselito”.

MENSAJE A GERARDO DIEGO

SGerado Diego Soria_034.jpg

Ricardo González, Estatua de Gerardo Diego (2011), Soria.

 

           

¿Dónde están, di, dónde están,

dónde dindonean locas

con sus broncíneas bocas

las unánimes campanas

que anuncian a Valle-Inclán?

Campanas, claras hermanas

de mi dulce poesía.

Clarines de romería.

Infantas de paganía

por campos de moscateles.

Tiples de los campanarios

centenarios,

florecidos de claveles.

Campanas limpias, gigantes,

atenuadas de un tajo,

con música de diamantes

en el bronce del badajo.

Campanas para el poeta

de luenga barba de chivo,

que sueña lograr arribo,

sano y vivo,

a las playas de un cometa.

PASA EL MAESTRO

Campanas para el laurel

que corone su cabeza.

Para que en él, todo él

-pluma, arpegio, voz, pincel-

se florezca de belleza.

Campanas de plata y miel,

las que cantan la tristeza

luminaria de algún astro

secular;

que acompañan el rumiar

de la fuente de alabastro;

que lloran cuando el señor,

manco, brusco y altanero,

se disfraza de trovero

pordiosero

del indecadente amor.

¿Dónde están, di, dónde están,

dónde dindonean locas

con sus broncíneas bocas

las unánimes campanas,

libertinas y paganas,

que anuncian a Valle-Inclán?

                                                                                                                                              (1929, Facultad de Medicina, Madrid)

 

*Ramón María del Valle Inclán: novelista, poeta y dramaturgo (Villanueva de Arosa, 1866 – Santiago de Compostela, 1936).

       DAGUERROTIPO

       DE BARRIO MALO

-a una acuarela de Víctor María Cortezo-

Tenían las prostitutas

los labios de bermellón

y las espaldas de cera

y los senos de algodón

y los muslos de madera

y de hielo el corazón.

Tenían -hijas de madre-

lágrimas para llorar,

palabras para decir,

pupilas para mirar,

vientres para concebir

y bocas para rezar.

Tenían lo que no tienen

las que viven sin saber

del dolor de haber perdido

todo lo que hay que perder.

(Poema de uno de sus cuadernos de la Facultad de Medicina)

AAA Barrio chino.jpeg

Víctor María, “Vitín”, Cortezo (Madrid, 1908-1978), Barrio malo, colección familia Duyos.

EL BARRIO CHINO DE BARCELONA

 

Sé que vives en el Barrio

y conozco... ¡hasta tu calle!

Allí te he visto ayer noche,

de madrugada, muy tarde,

del brazo de un marinero

-¿Francia, Suecia, Italia, Gales?-.

¡Qué importa si es timonel

y trae nostalgia de mares!

¿Verdad? ¡Cómo te conozco,

antigua musa impagable,

amiga que diste alientos

a mis versos iniciales,

cuando empecé a ser poeta

y a ser mujer comenzaste!

Yo te leía mis rimas;

tú llorabas escuchándome.

Más que la llama amorosa

nos quemó el rayo del arte.

Ahora vives en el Barrio

y conozco... ¡hasta tu calle!

Pasabas cerca de mí,

tan distinta, tan distante,

tan huyendo de ti misma,

¡que no me atreví a llamarte!

Él te decía en voz baja

cuentos de brea y velamen.

Tú, por dentro, indiferente,

sonreías escuchándole...

Te he visto ayer en el Barrio

del brazo de tu almirante

-tabaco, negro, pernod,

prisas en celo, tatuaje-.

Te he visto -clavel payés-

con tus dulces ojos grandes

y tu cintura pequeña

y tu pelo de azabache...

¡Luna llena por el Barrio!

Plenilunio de Levante

con su sabor de mariscos

perfumando, azul, el aire.

La Rambla entona sardanas,

el Paralelo, romances,

y entre Rambla y Paralelo

canta el Barrio su aquelarre.

La Rambla prefiere el sol,

con sus flores y sus árboles.

El Paralelo -¡ay, Talía!-,

las luces artificiales...

¡Pero el Barrio es de la luna!

-luna creciente o menguante-,

que penetra en las alcobas

descerrajando cristales,

celestineando besos

cálidos, interminables,

besos de "a tanto el minuto",

con su propina de balde...

Barrio con Asia en la cédula

y Europa en la vieja sangre,

con rumbas afrocubanas

y chirimías de Tánger...

La calle del Mediodía

-medio tascas, medio bares-,

con sus esquinas calientes

de caricias trashumantes.

Ginebra en "El Sacristán",

y en "La Criolla", cantares.

Amargura de Ojos verdes,

dulzor de El noi de la mare,

mientras por "En Robador"

-pitillo rubio y desplante-

los medios hombres esperan

al primer novio que pase...

Acordeón marsellés

con tufo de soleares...

Cuplé español de "¡Oh Gran Gilbert!"

con regusto de Montmartre.

los gestos de Fornarina,

la voz de viejo compadre,

en el sótano secreto

de la tienda despistante.

El señor cónsul de Egipto

con el de los alemanes

-éste, con su smoking rígido,

aquél, con su fez granate-

han cenado en "Mar Azul"

con unas chicas de Cádiz

y andan buscando el "Cau d'Art"

para el champaña del trance.

 

Nietos del "señor Esteve"

con frac de gala fragante

-cheques a punto de firma,

gardenias en los ojales-

del Parsifal del Liceo

bajan al café cantante

con sus mujeres legítimas,

gozosas en el alarde

de dar a los bajos fondos

las luces de sus diamantes...

Va por Conde del Asalto

una panda de estudiantes

-los libros en el olvido,

recién planchados los trajes,

los labios sin experiencia,

las maneras virginales-.

Vienen de Corte y Gracia

(¡que no se enteren sus padres!)

con sus pesetas de sábado

en las manos anhelantes,

tímidos del primer cok-tail,

¡al Barrio Chino!... ¡a estrenarse...!

Buda sin ojos oblicuos,

Shangay de los catalanes,

Barrio con Asia en la cédula

y Europa en la vieja sangre,

con rumbas afrocubanas

y chirimías de Tánger...

¡Lupanar del gran turismo

de la Barcelona grande!

......................

Allí te he visto, ayer noche,

del brazo de tu almirante.

Allí te he visto, ¡en el Barrio!,

por esa que ahora es tu calle,

amiga que diste alientos

a mis versos iniciales,

cuando empecé a ser poeta

y a ser mujer comenzaste.

Pasabas cerca de mí,

tan distinta, tan distante,

tan huyendo de ti misma

¡que no me atreví a llamarte!

*Estrenado por su autor en el Ateneo de Barcelona en 1945. Se publicó por primera y única vez en 1957 en la "Primera Antología Española de Médicos Poetas -siglos XV al XX-" (Cultura Clásica y Moderna. Madrid). 

*En una copia a mano se añade al final del primer párrafo: "Todo fue tan pasajero,  pero tan inolvidable..."

        A  EDUARDO MARQUINA

                     (Responso)

Capitán General con mando en plaza,

señor capitán...

El de campechana traza,

el acento lemosino,

el castellano pulso leonino

y el grande, hispánico afán...

Si tu rima fuera mía,

si tu fe y tu maestría,

como herencia de hidalguía

fundieran tu fantasía

con mi verso, capitán...,

en velas de tu agonía

contigo me partiría

y en tu bajel llevaría

secretos de poesía

que con tu muerte se van...

Cristiano y seguro el estro,

en todo fuiste maestro

y en todo campeador,

el más fuerte y el más diestro

poeta y embajador...

Tu corazón declinaba,

pero España te llamaba

y al primer son de su aldaba,

tiempo, Eduardo, te faltaba

para defender su honor...

Y allá lejos,

a los raciales reflejos

del viejo imperio español,

con los celestiales dejos

de tus poemas más viejos

diste vida al nuevo sol...

¡Vieja rima y verso nuevo!

¡Soy poeta y sólo llevo

mensaje de poesía...!

Y en la tierra colombiana,

prendió la flor catalana,

por ser tuya, capitana,

de la rosa más galana

que ornó la caballería...

Y de pronto, con la espuela

calzada para volver,

prestas la rienda y la vela,

por la blanca pasarela

de un extraño amanecer,

vuelves, pero vuelves muerto...

La niebla de un yanki puerto,

en ese minuto cierto

de tu adiós, rompe la aurora...

Y hay sol de España en la hora

del tránsito del poeta,

y una lejana corneta

con ritmos que llanto dan,

quiebra su voz afinada

ante tu voz ya apagada

de poeta y capitán...

Chambergos, lanzas y estribos,

por ti, para siempre, vivos,

tu propia escolta serán...

Infantes y caballeros,

de tu recuerdo escuderos,

como poetas guerreros

tras de tus huesos irán...

No puede, Eduardo Marquina,

tu recia España olvidarte;

y en lo alto, tu estandarte,

no ha de arriarse jamás;

que, cuando en retorno estás

en la tierra neoyorkina,

cuando tu sangre se afina

con nostálgico fervor,

¡mueres como embajador

del "Imperio" que es tu empresa:

lengua de Lope y Teresa

hecha mensaje de amor...!

En Flandes se puso un día

el sol que tú más amabas,

ese sol con que quemabas

la voz de tu juglaría;

pero en tus rimas están

mil cielos siempre alumbrando,

mil rosas su aroma dando

a tu talante español,

y en tus versos, capitán,

para el hispánico afán

¡no se pondrá nunca el sol...!

                              Madrid, diciembre de 1946

*El escritor Eduardo Marquina (Barcelona, 1879), falleció en Nueva York en diciembre de 1946 al regreso de una misión diplomática en Colombia. Este poema, publicado en ABC el día de su entierro, está escrito con el ritmo y la medida de la canción de guerra que declama Magdalena Godart en el acto I de “En Flandes se ha puesto el sol” (1909). Poema estrenado por su autor en el Teatro Español en el homenaje que se brindó a Marquina el día en el que sus retos llegaban a la estación de Atocha de Madrid.

*El crucifijo del féretro de Eduardo Marquina, que su viuda entregó a Rafael Duyos, se encuentra en la capilla del convento de las religiosas del Sagrado Corazón, en Santa María de Huerta (Soria).

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