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Vida y obra del poeta

Por Luis Manuel Duyos García, Madrid, 2022.

 

 

El médico, escritor y sacerdote Rafael Duyos Giorgeta nació en Valencia el 23 de noviembre de 1906. Su madre, Sofía, era hija de César Giorgeta, creador de la desaparecida fábrica de Tinta SAMAS, que estuvo en la avenida valenciana que lleva su nombre; y era nieta del mariscal Nicolás Miniussir, oficial austriaco que se incorporó muy joven al ejército español. Él y el general Álava fueron los únicos militares españoles que participaron, y de forma decisiva, en la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo, en 1814. Sofía, por sus largas estancias en París durante su juventud, dominó la lengua y la cultura francesas; estudió piano en el Conservatorio de Valencia.

      El padre de Rafael, el coronel Rafael Duyos Sedó -de amplia cultura, gran conferenciante y consumado esperantista-, gozó de la confianza del rey Alfonso XIII, que le nombró Gentilhombre de Cámara y profesor de los infantes. Es autor, con su compañero el capitán Anglada, de la primera Gramática de Esperanto publicada en España. Murió en enero de 1931, a los 51 años, unas semanas antes de ascender a general.

             Rafael Duyos Giorgeta, en su niñez y primera juventud, entabló amistad con compañeros que luego serían escritores de renombre: con Juan Gil-Albert, en los escolapios de Valencia, y con Agustín de Foxá y Luis Felipe Vivanco, en los marianistas del Colegio del Pilar de Madrid. Estudió Medicina en la madrileña Facultad de San Carlos, en la promoción (1929) de Pedro Arrupe (luego, Superior General de los Jesuitas) y Severo Ochoa (Premio Nobel de Medicina en 1959). Al comenzar sus estudios universitarios logró por oposición la plaza de “alumno interno” de Anatomía. De esta época datan sus primeros poemas, con preferencia por los temas taurinos. Sus compañeros, sabedores de su afición poética y de sus dotes declamatorias, aprovechaban cualquier retraso de los catedráticos para animarle a subir al estrado a recitar sus versos. Y en la entrada de la nada romántica Sala de Disección clavaron este breve compromiso lírico de Duyos con la Medicina:

Yo médico seré

Yo médico seré

de un cazatorpedero

y he de tomar el pulso

de la arteria del mar.

Yo médico seré

de un avión de ensueño:

de las venas del viento

la sangre haré pulsar

Que tu pulso y el mío,

y el del mar y el del aire,

isócronos y limpios,

se aceleren de fe.

¡Dios te salve, muñeca

del inválido traje!

¡De tu cuerpo de alambre

yo médico seré...!

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Duyos en la Facultad de Medicina del Hospital de San Carlos de Madrid.

Los padres de Rafael Duyos y él de niño

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rafael Duyos se especializó en Cardiología en Viena y Heidelberg; e introdujo en España la técnica del cateterismo, de inspección cardiovascular. En estos años surge también su amistad con Eduardo Marquina, Carlos Arniches, Rafael Alberti -su vecino del barrio de Salamanca-, José Bergamín y el grupo que frecuenta la cercana Residencia de Estudiantes -entre ellos, Federico García Lorca-.

          El amigo más frecuentado es Alberti porque vive en la calle Lagasca 121, tres manzanas antes de la casa de Duyos, Lagasca 126. Muchas de las tardes en las que Alberti acude a la Residencia de Estudiantes, recoge de paso a Duyos -si ha terminado sus “deberes” de la facultad-.         

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En esos años de encuentros de vecindad Duyos-Alberti hay uno muy importante. Un domingo por la tarde, Duyos baja por la calle Lagasca para tomar un tranvía que le lleve a la Puerta del Sol. Se encuentra con Alberti, que sale desganado de su casa sin saber qué hacer. Duyos le convence para que le acompañe a casa de unas amigas universitarias, muy aficionadas a la poesía. Y allí que se van los dos a casa de las hermanas Power, en la calle del Arenal. Y el destino decide que ese fin de semana esté con ellas una amiga de la infancia, que vive con su marido y sus dos hijos en Burgos, adonde ella ya no regresa porque ella se llama María Teresa León y desde esa tarde se convierte en la pareja de Rafael Alberti.            

 

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Una clase en la Facultad de Medicina de la promoción de 1929, en la que están los alumnos Severo Ochoa,  Pedro Arrupe y Rafael Duyos.

En el verano de 1931, Duyos puso en Valencia su consulta de cardiólogo, que al caer la tarde se convertía en la redacción de la revista MURTA, dirigida por él y Ramón Descalzos. En ella empezaron a publicar sus escritos Max Aub, Pascual Plá y Beltrán, Juan Gil Albert..., y sus dibujos Josep Renau. Se editan entonces sus dos primeros libros de versos: “Toros y pan” y “Cabanyal”.    

         Por sugerencia de su maestro, el eminente cardiólogo Luis Calandre, y de don Gregorio Marañón, Duyos se trasladó a vivir a Tánger a final de 1932 como jefe del Servicio de Pulmón y Corazón del Hospital Español. Marruecos fue su gran deslumbramiento poético. El Tánger multicultural le aportó un caudal inagotable de sugerencias líricas. Afectuoso, extravertido y buen conversador, pronto se integró en la sociedad tangerina, sobre todo entre la numerosa colonia española y en los ámbitos hebreo y musulmán. Se encontró a gusto en una ciudad abierta y mixta, eco lejano de la España medieval y tricefálica de judíos, moros y cristianos. Y aunque él llegaba a Tánger como médico “de última generación”, no pudo disimular su condición y vocación de juglar, y pronto fue nombrado “Poeta de la casa de su Alteza Imperial el Jalifa de Marruecos”.

          Cuando Duyos se traslada a vivir a Tánger ya tiene novia en Valencia, María del Carmen García y García-Berlanga, nieta de Fidel García Berlanga, que había sido a principios de siglo alcalde de Utiel, presidente de la Diputación de Valencia, presidente de los viticultores españoles y diputado a Cortes por el distrito Requena-Ayora. María del Carmen (Maruja familiarmente) va dejando en sus estudios la estela de ser siempre una alumna “muy aventajada”.  María del Carmen, al quedarse huérfana a los siete años, pasó a formar parte de la familia García-Berlanga Martí. El pequeño de la familia fue su primo hermano Luis García Berlanga, el director de cine. 

        Duyos publica en Tánger, a comienzos de 1934, un pequeño libro de versos: “Fragmentos de cartas jamás escritas”, unos quinientos versos, repartidos en doce poemas de rima y métrica muy diferentes. Le manda a Valencia un ejemplar a su novia y unos meses después se traslada a Valencia para casarse con ella el 22 de noviembre de ese 1934.

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Rafael Duyos y María del Carmen en su casa de San Antonio de Requena, Valencia. 

Cuando el matrimonio se instala en Tánger, Duyos no encuentra ningún ejemplar de su último libro (“Fragmentos…”), ni siquiera el original mecanografiado. Maruja se da cuenta de su desasosiego y al final le tranquiliza de forma sorprendente:

-No te preocupes, Rafael; me sé de memoria los doce poemas…

En un libro posterior (“Penumbra” -1945-)), Duyos recuerda en una de las rimas, la XII, este alarde de su mujer.

Perdí mis versos. Tú estabas

mi larga angustia acechando…

y llegaste preguntando

por mi pena. La esperabas…

Perdí mis versos. Triunfabas.

Te sonreíste de mí…

Nunca más te he visto así…

¡Gloria en tu boca de gloria!

¡Volvían con tu memoria

los versos que yo perdí!

Maruja fue lo más importante para Rafael; y no sólo por su amor y porque tuvieron seis hijos, sino porque ella controlaba muy bien la bohemia del poeta y le ponía los pies en la tierra. Era muy buena administradora; y en su finca de San Antonio de Requena era ella la que llevaba las riendas de los viñedos y la bodega. Creó la primera cooperativa vitivinícola de la vega y fue muy querida en la comarca. Su muerte temprana (en 1962 con 48 años) trastocó el horizonte de Duyos de forma radical. Pero volvamos a los años treinta.

          De 1937 a 1939 Duyos residió en Argentina y Uruguay. Sus “Romances de la Falange” se imprimen en Bueno Aires en 1938; y se reeditan al año siguiente en Valencia, con dibujos de Genaro Lahuerta y Pedro de Valencia. En 1941, sus amigos de Montevideo publican parte de sus poemas rioplatenses en un libro titulado “Junto al Plata”. El soneto inicial -“Poeta”­- sugiere ya una decidida vocación por la poesía, aunque compartida siempre con la Medicina.

                                Soy poeta

Lo he sentido en la música del viento

y en las voces del mar que me llamaba.

Lo he visto en el velero que arrullaba

la espuma de mi sueño. En el tormento

de esconder el amor y el sentimiento

por lo que más se quiere. Cuando hablaba

la mano en el teclado. Cuando alzaba

los ojos, con rubor, mi amor contento.

Cuando la puerta se abre sola y gira

una mano en la llave y alguien mira

y se acerca hacia mí volcando rosas

bajo la luna de la noche inquieta...

No los hombres, mujer, sino estas cosas

me dicen que he nacido y soy poeta.

(del libro “Muecines y campanas”, Tetuán, 1952)

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Rafael Duyos, retrato, 1959.

En la primavera de 1941 Duyos escribe un soneto y cuatro romances “En recuerdo de la entrada del Príncipe Muley Hassan en Tánger”, publicado al año siguiente en Tetuán con ilustraciones de Mariano Bertuchi, en edición bilingüe (español-árabe).

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En 1942, los Duyos dejan su casa de Tánger, regresan a la península y se instalan en Madrid. Ese año, se publica en Valencia “Siempre y nunca” (Homenaje del Levante al Sur). En 1943 estrena en Madrid la opereta “Rumbo a pique” -para Celia Gámez-, con música de Salvador Ruiz de Luna. Poco después -y también en Valencia- se edita “Penumbra”, con mezcla de referencias marroquíes, valencianas y de otros ámbitos. Sigue ejerciendo la Medicina, ya como director de la ”Clínica Las Flores”, en la mítica manzana de Secundino Zuazo en el barrio de Argüelles: “La Casa de las Flores”.

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Clínica Las Flores en la calle Gaztambide de Madrid.

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Rafael Duyos y María del Carmen en el balcón de su casa de Fuencarral, Madrid (enero de 1958).

En Madrid reanuda su afición lírica por los toros y publica en 1946, con un poema-prólogo de Manuel Machado, “Los ángeles hacen palmas”, con dibujos de Ruano Llopis, Antonio Casero, Martínez de León, Antonio Ferrer y Roberto Domingo. Forma parte del grupo de “Alforjas para la Poesía”, fundado por Conrado Blanco en 1948, que recorre durante años España entera dando recitales. Continúa entreverando su consulta médica con la literatura. Escribe guiones de cine, teatro (“Al subir la marea”, “Las cosas de palacio”, “Tornar a voler” -en valenciano-. “La fuente milagrosa”… etc.), los libretos de las zarzuelas “Volodia” y “Los cachorros”, y letras de pasodobles y canciones (“Dieguito León”, la “Nana del cabrerillo”...). Los mejores recitadores de entonces -Gabriela Ortega, González Marín...- incorporan poemas de Duyos a su repertorio: “Pepe Luis Vázquez”, “El Blanquet”, “Cielo Benamor” y el popularísimo romance de “La Chata en los toros”. En 1952 se publica en Tetuán su libro “Muecines y campanas”, con el subtítulo de “Mis versos a Marruecos”.

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Rafael Duyos y María del Carmen en su casa leyendo una  revista con sus poemas.

La Chata en los toros

"Deprisa, que no llegamos,

quiero la mantilla blanca."

¡Qué runrún por los salones

del Palacio de Quintana!.

Mayo y tarde dominguera;

en el piano, una sonata

se le deshacen en los dedos

gordezuelos a la Infanta.

"Maestro Saco del Valle,

tanto Beethoven me cansa.

Te lo digo sin rodeos;

Chopin sí me llega al alma. (...)

La familia Duyos pasa sus vacaciones de verano en la casa-bodega de San Antonio de Requena. Rafael es asiduo colaborador poético de las fiestas de Requena y Utiel. Es varios años mantenedor y pregonero de la Fiesta de la Vendimia de Requena y colabora con poemas y coplas en la fiesta patronal de Utiel en homenaje a la Virgen del Remedio.

 

 

 

BRINDIS   
(versos en el” Mesón del Vino” de Requena)

             

Detente aquí, caminante,

en este “Mesón del Vino”

y dale pausa al camino

de Castilla o de Levante.

Mira el rosado semblante

de este néctar valenciano.

Requena pone en tu mano

el vaso para beber...

¡A gustarlo has de volver

desde el rincón más lejano...!

 

                        

¡Beber! ¡Qué bueno es beber              

cuando las copas se encuentran

y en ese brindis se centran

los sueños de hombre y mujer...!

Y para, al beber, tener

el gozo pleno y mejor,

hay que sentir el sabor

de este vino de Requena

que quita y mata la pena...

¡la pena del mal de amor...!

                                    

                                                     1959

                        

En 1962, la muerte de su esposa cambia su rumbo vital y literario. Inicia su poesía de temas religiosos: “La hora décima” (1967), “Versos a Roma” (1981) -con dibujos de Julio Quesada-, “A Teresa de Jesús” (1982). En 1970, con 63 años, ingresa en el seminario de Madrid; y en la Navidad de 1972 es ordenado sacerdote. Unas semanas antes, ultimando sus estudios, escribe este soneto, que es mitad balance, mitad búsqueda aún, tras una vida fecunda, apasionada, intensa, contradictoria a veces y polifacética:  

Gracias, Señor, por tanto que me has dado

-alegría y dolor, gozo y olvido-;

gracias por lo que soy y lo que he sido,

y por lo que seré con tu cuidado.

De tu mano camino, renovado,

como vuelto a nacer, recién nacido,

ruiseñor de ala aún corta en torno al nido

que Tú mismo, Señor, me has preparado.

Cantaré tu alabanza noche y día.

Por Ti, mi pobre verso será de oro

sobre las cuerdas del salterio al viento.

Arpa, timbal y clave y chirimía

su fondo musical darán al coro

de mis rimas, ya sólo con tu acento.

Rafael Duyos ejerció su ministerio sacerdotal en Madrid como coadjutor de la parroquia de san Marcos, bello templo de Ventura Rodríguez, junto a la Plaza de España. Falleció en Madrid el 24 de septiembre de 1983. Está enterrado -junto a su mujer y su hijo mayor, Rafael- en el panteón familiar (García-Berlanga) de Utiel, ciudad valenciana que le había nombrado hijo adoptivo, honor que también recibió de Crevillente (Alicante) por su generosa condición de buen amigo y pregonero varias veces de su Semana Santa.

            Duyos sembró durante toda su vida una gran estela de amistad y cariño en todas las personas a las que trató. El escritor Joaquín Calvo-Sotelo -de la Real Academia Española- decía hablando de él: “Es que a Rafael todos le queríamos mucho”. El catedrático de Sociología de la Universidad de Alcalá de Henares Juan González-Anleo, que coincidió con Duyos en los primeros años del Colegio Chaminade, le recordaba siempre con gran admiración: “Tenía una elegancia espiritual que ya no se encuentra…”. Y Eduardo Tejero, profesor de la Facultad de Pedagogía, terminaba su necrológica en el Diario de Ávila -su tierra- con esta frase: “Tardará mucho tiempo en nacer tanto ingenio, tanta jovialidad, tanta humanidad.”

          En la Navidad de 1993, el Centro Cultural de la Villa de Madrid le ofreció un homenaje organizado por la poetisa Fina de Calderón. Intervinieron en el acto el torero Pepe Luis Vázquez, los actores Rafael de Penagos y Francisco Cambres, el periodista Matías Prats y el poeta Carlos Murciano, que recitó sus

En la playa, junto al mar,

que azul mediterranea,

al compás de la marea

y al ritmo del olear,

allí quiso deshojar

la última rosa del sueño

quien fuera señor y dueño

del verso más encendido.

¡Miradlo ahora dormido

en el aire navideño!

 

“Espinelas decembrinas para pedir la vuelta de Rafael Duyos”

 

                                                                                                           “Tierra adentro… ¡qué silencio!

                                                           ¡No, no…! ¡Enterradme en la playa!”  (R. Duyos)

Almuédanos y campanas

dicen su nombre de arcángel

mientras un ángel con ángel

repica por sevillanas.

Las marquesas, las gitanas,

la propia Infanta Isabel

y, en medio del redondel,

Pepe Luis, el valiente,

piden al Dios presidente

la vuelta de Rafael.

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